A veces me siento frente al mar, lo miro detenidamente en su cambiar minucioso, y le invito a una copa o a unas risas. No se por qué pero, en ocasiones, pienso en la tristeza. Recuerdo cuando entraba en mí sin avisar y me invadía los rincones. Ahora es una vieja amiga y sabemos saludarnos con un beso, ceremoniosamente, cuando volvemos a encontrarnos.
Ahora nos hablamos de tu y jugamos al escondite.
Hace tiempo que no viene de visita y no la echo de menos.
En mi desvencijada atalaya de madera y palabras, me siento en los atardeceres a mirar el mar y la veo bailando con los azules.
Y soy feliz.
Y ya no tengo frío.
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4 comentarios:
Felicidad calentita... Para ella puerta abierta y silla (por si gusta sentarse)... De lejos, que bonito se ven esos azules...
los dos sabemos de las estrategias de la tristeza, sus guiños comprometedores, su "ven a mis brazos" como un canto de sirena...
y qué linda se la ve también desde aquí, desde donde yo la miro hoy, revoloteando sobre los tejados de esta ciudad que pronto dejará de ser mía para volverse un recuerdo hermoso.
La contemplo desde mi balanceo de algodón multicolor y la sonrío, la saludo, la invito quizás a un té, y después se marcha, a llamar a otras ventanas que la dejen entrar...
Para ahora nosotros, la tristeza, tan sólo es un minuto de paso; la vida es demasiado bella para quedarse contemplando a una sola dirección...
un beso de atardecer.
un sueño sin tristeza y sin frío.
yo le hablo de usted...
cuestión de respeto. pero ella se me acerca y me dice: puede que sea mucho mayor que tú, pero no negarás que somos viejas conocidas. Sí, lo sé, es cierto... pero si tan sólo me dejara un poco en paz...
como siempre sorprendida por tus letras
como siempre agradecida por tus ánimos y tu fuerza. espero que lo pasaras bien.
abrazos
amor
tienes un meme
pásate por mi blog...
;)
un beso y un sueño de confesiones.
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