martes, 19 de junio de 2007
Salvaje
Los siglos han pasado por el paisaje reiventándolo a cada segundo. Nunca la misma luz, nunca la misma ola, nunca el mismo silencio, nunca los mismos azules o verdes. Contemplo la ensenada siempre con distinta mirada. No estoy hecho de siglos sino de latidos que suenan cada vez distintos. Ante la inmensidad del paisaje no puedo más que alegrarme por la inmensidad que me conforma. El ser humano cambia por instantes y se reiventa en cada milésima de su existencia para contemplarse en plenitud. Ahora que los años han pasado, tomo conciencia de la exacta geometría de la vida que nos hace ser siempre los mismos y siempre diferentes. En los paisajes duermen misterios, como en todos y cada uno de nosotros.
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