(Odysseas Elytis)
A veces, sólo a veces, insisto, fragmentas la mirada y en cada pedazo ocupo un pequeño rincón. A veces me devuelves un reflejo diminuto y me agigantas y me sé un todo porque te habito o, al menos, tomo conciencia de que en el espejo, en esa esquina de tu tiempo de cristal, soy más yo y nunca Dios escondido tras las máscaras que he ido comprando a precio de saldo en los mercadillos de la vida. Me siento cada día al borde del precipio que es amarte con un libro entre las manos. Con un libro blanco en el que cada palabra se va escribiendo con un latido, una risa, un acariciarte despacio... He descansado en islas y he seguido viaje hasta esta latitud que sólo he podido encontrar en el mapa trazado por tu mirada. Esta latitud exacta en la que me he perdido, desnudo de existencia y a conciencia, para ser en el día de hoy, en el de mañana, hace cinco minutos y en luminoso silencio.